Mi universidad innovadora

La actual ubicación de la universidad, ha sido motivo de criticas y alabanzas por parte de quienes la conocen. “Ahh, en el mall” es la acotación obligada que debemos aguantar los peregrinos de esta institución.
Esta practica (la de instalar centros educacionales en centros comerciales), es algo innovador en nuestra región, mas no en la Santiago, donde el instituto Duoc ha implementado sedes en shoppings.
¿Cuál será el problema de la gente que se ríe de nuestra infraestructura? Yo creo que es la envidia lo que los hace expresarse de una manera casi despectiva respecto a nuestra querida institución.
Estacionamientos amplios, patio de comidas, tiendas y hasta cine tenemos. Contamos con una céntrica ubicación con vista al mar y fáciles accesos. Incluso, podemos agrandar nuestros combos de comida rápida entre clase y clase.
Como todo, esto de estudiar en una “U - tienda” tiene sus desventajas. El constante ajetreo de la Avenida Libertad, el sonar de las bocinas de las micros, ambulancias, carabineros y uno que otro camón, nos hacen perder la concentración durante nuestras clases, pero en función de disfrutar la cantidad de maravillosas ventajas que tenemos por estudiar en una sede tan peculiar, bien valen la pena tragarse un poco de los clásicos sonidos del orbe.
Otro de los grandes problemas que hemos podido apreciar durante el tiempo que llevamos aquí, es la proliferación en la cantidad de alumnos. Año a año, debemos hacinarnos en salas que parecieran estar funcionando “en verde” (término arquitectónico para referirse a las construcciones que aún no han sido finalizadas).
Sumando y restando, estudiar en nuestra universidad es como hacerlo en cualquier otra. Todas tienen pros y contras, pero deben de superarse lo mejor posible.
Creo que la mejor solución para acabar con el escepticismo, sería cambiar la sede. Como todo buen negocio, debe rendir una liquidez bastante “fructífera” como para poder cambiar las instalaciones.
Respecto a la tan manoseada “vida universitaria”, me permito decir que ésta es nula en mi universidad. Los típicos asados, paseos y pichangas, no tienen cabida dentro de el establecimiento. Probablemente, los guardias nos echarían o podríamos ahumar los vestidos de Ripley; Una lástima. ¿Dónde quedó, entonces, el espíritu de camaradería que antaño se producía en las aulas de la educación superior de nuestro país? No quisiera pensar que murió en el acceso de 15 norte, o que quedó pegado jugando a los flippers. Prefiero pensar que el hecho de estudiar en el mall, fortalecerá la unión entre los compañeros, al momento de defendernos mutuamente de las criticas de quienes no pertenecen a nuestro sede.
Nosotros no molestamos a la gente de la UVM por el hecho de estudiar en la carretera que lleva a Santiago. Ojalá algún día las burlonas expresiones en las caras de los demás, se transformen en expresivas sonrisas de aprobación ante la innovación que tienen frente. Ojalá algún día pase, por el bien de nuestra salud mental y la de nuestros compañeros.